Fred Vargas: Tiempos de hielo

Fred Vargas: Tiempos de hielo. Barcelona: Siruela, 2015. 344 páginas. Traducción del francés Anne-Hélène Suárez Girard. Temps de gel. Barcelona: Amsterdam, 2015. 500 pàgines. Título original: Temps glaciaires. Paris: Flammarion, 2015.






¿Se habrá suicidado la abuelita Alice Gauthier en su apartamento parisino? Eso parece. Nada extraño hace sospechar lo contrario. ¿Se habrá suicidado el potentado rural Henri Mausfaré en su villa campestre? Ningún indicio apunta en otra dirección. En apariencia. Dejen al gran Adamsberg que husmee un poco. Él sabe. Él intuye. Él somatiza cuando algo no cuadra.
Y a Adamsberg no le ha pasado desapercibido un pequeño símbolo que alguien ha dibujado en ambas escenas del crimen: ¿Una H mayúscula mal trazada?¿Una runa nórdica?¿Un croquis de una guillotina desfigurada? Ya veremos, el caso es que ambas muertes tienen algo en común. Seguro que los seres humanos que mantenían esos cuerpos con vida también tenían algo en común.
Pues sí. El hijo del propietario, por nombre Amédée Mausfaré, fue la última persona en ver con vida a la abuelita Alice Gauthier. La abuelita lo llamó a su casa porque quería explicarle la historia de una expedición que ella, el padre y la madre de Amédée, el secretario del padre -Victor Mausfaré (mismo apellido por pura coincidencia)- y una docena de personas más hicieron a Islandia hace años. He aquí el nexo.
Amédée ya sabía que la expedición había acabado en tragedia. Su madre murió en el viaje. El grupo decidió temerariamente navegar hasta el islote del zorro, cerca de la costa de Grimsey. Un islote maldito que pertenece a una suerte de demonio islandés, el afturganga. Allí quedó atrapado el grupo por la niebla espesa y el frío mortal. En torno a una gran roca plana bañada por ondas de la tierra que concede la eterna juventud. En el islote del zorro fue asesinada la madre de Amédeé. Y allí fue asesinado también otro joven del grupo. Asesinados por otro de sus compañeros. Un hombre ruin, terrible, pavoroso, impulsado por el afturganga sin duda. Él acabó con los dos, pero mantuvo con vida al resto cazando focas y organizando la supervivencia.
Cuando la niebla se levantó el asesino juró que acabaría con todo el que revelará lo que había pasado. Las víctimas habían muerto congeladas. Esa era la versión.
La cosa parece clara, la abuelita no pudo soportar el secreto y decidió confesar. El tipo se la cargó. Y ahora se ha cargado al segundo de la expedición. Hay que encontrar al resto antes de que el fantasmal asesino decida acabar con el resto. Trabajo peligroso, pero rutinario.
De repente, el caso deriva hacia otros derroteros.
El comisario Adamsberg concierta una cita con el presidente de la Asociación de Estudios de los Escritos de Maximilien Robespierre, el ilustre señor François Chateau. A este Chateau no le llega la camisa revolucionaria al cuello. Los dos asesinados pertenecían al club. Un club muy selecto. Y anónimo. Chateau ha decidido recurrir a la ayuda del investigador asignado. Teme por su vida y por la vida de los miembros de su club.
¿Qué podría hacer que alguien quiera acabar con tan erudita reunión? La Asociación no es sólo un lugar de estudio. Recrea fielmente, con todo el vestuario, atrezzo y decorado las sesiones de la Asamblea Revolucionaria. Las sesiones de los días del Terror. Se ha convertido en una terapia teatral en la que cada intérprete es poseído por su personaje y los ánimos se encienden tanto como en las jornadas originales. Y ya se sabe como acabó la cosa hace un par de siglos. Con la guillotina.
Chateau está seguro de que alguien quiere acabar con la Asociación de Estudios de los Escritos de Maximillien Robespierre. Con la muerte de Masfauré han atacado al músculo financiero de la fundación. El siguiente paso seguro que es atacar a la cabeza.
¿Venganza retrospectiva de los descendientes de los guillotinados?¿Intentos de acabar con el recuerdo de la gloria revolucionaria? El comisario Adamsberg deberá resolverlo.
Pero Adamsberg tiene un sexto sentido para estas cosas. Algo le pica porque algún cabo queda suelto. Hay que preparar un enorme dispositivo para proteger a los miembros de la asociación, pero la trama islandesa no ha quedado cerrada a su satisfacción, aunque todos opinen lo contrario.
¿Tendrá el afturganga alguna relación con el virtuoso líder del Terror?

El mundo que Fred Vargas refleja en sus novelas es levemente diferente al real. Vargas no quiere construir otra realidad, si no sugerir que bajo nuestra realidad hay latiendo otras posibilidades: A veces, el triunfo de la justicia y de la ética sobre los poderes fácticos; en ocasiones un amor amable que vence a la mezquindad y a la soledad; en no pocos casos, unas fuerzas ancestrales inquietantes, que pueden ser malignas o ubérrimas.
Los personajes de Vargas son ligeramente distintos a los de nuestro entorno, seguramente más nobles y mucho menos angustiados, pero muy reconocibles como coespecímenes nuestros. Sus acciones, sus diálogos, que surgen de manera fluida y natural, para nosotros son líricos, trascendentes a veces, llenos de significado y y personalidad.
Estas son las virtudes de Fred Vargas, el haber creado un universo creíble muy cercano al nuestro, pero con un toque de dignidad y un hálito de misterio que surge de la naturaleza, de la historia y de la memoria y el describir una fuerza arcana que acecha para convertirse en algo maligno si la dejamos hacer en espíritus humanos débiles o corruptos. El haber conseguido describir, en suma, miedos que van más allá de los miedos sociales, pero sin olvidar el duro entorno contemporáneo.
Y todas sus virtudes están en esta novela que los fans de Vargas devorarán como su mejor entrega de Adamsberg. Hay maestría en el manejo de varias tramas que parecen desligadas y que se unen en un final muy bien resuelto, como la hay en la construcción de los personajes y en las relaciones entre ellos, estos seres melancólicos y noblotes que ojalá tuviéramos a nuestra vera en situaciones comprometidas.

Fred Vargas, seudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau, París, 1957. Estudió historia y zooarqueología. Ha escrito ensayos y novelas con su nombre verdadero o bajo seudónimo.
Entre las novelas policíacas destacan las del ciclo de los Tres Evangelistas (editadas en castellano también en un sólo volumen por Siruela):
Debout les morts, 1995. Que se levanten los muertos, Siruela.
Un peu plus si loin sur la droite, 1996. Más allá a la derecha, Siruela.
Sans feu ni lieu, 1997. Sin hogar ni lugar, Siruela.
y las del comisario Adamsberg
L'Homme aux cercles bleus, 1991. El hombre de los círculos azules, Siruela. L'home dels cercles blaus, Amsterdam.
L'Homme à l'envers, 1999. El hombre al revés, Siruela.
Les Quatre Fleuves, 2000, novela gráfica en colaboración con Edmond Baudoin. Los cuatro ríos, Astiberri.
Pars vite et reviens tard, 2001. Huye rápido, vete lejos, Siruela.
Coule la Seine, 2002. Fluye el Sena, Siruela.
Sous les vents de Neptune, 2004. Bajo los vientos de Neptuno, Siruela.
Dans les bois éternels, 2006. La tercera virgen, Siruela. La tercera verge, Amsterdam.
Un lieu incertain, 2008. Un lugar incierto, Siruela. Un lloc incert, Amsterdam.
Le Marchand d'éponges, 2010, novela gráfica en con Edmond Baudoin. El vendedor de estropajos, Astiberri
L'Armée furieuse, 2011. El ejército furioso, Siruela. L'exèrcit furiós, Amsterdam.
Temps glaciaires, 2015. Tiempos de hielo, Siruela. Temps de gel, Amsterdam.
Toda la colección de Adamsberg aparecerá en libro de bolsillo en castellano a mediados de noviembre, editada por Debolsillo.

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